Acuerdos y encuestas
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Luis Larraín
Hemos aprobado una reforma tributaria muy importante con el concurso de todos los sectores políticos del país. Ese fue el discurso de la Presidenta Michelle Bachelet en su reciente viaje a Alemania y España. Y la verdad es que, en lo formal al menos, ella tiene razón.
Es que los políticos corren a ponerse en la foto cuando se trata de un acuerdo, cualquiera sea su contenido. Es un vértigo casi irresistible: a la gente le gustan los acuerdos, se justifican. Y claro, en el corto plazo es cierto, los acuerdos, así en abstracto, son bien valorados. La encuesta Cadem nos dice que en julio de este año, justo después del acuerdo para destrabar la tramitación de la reforma tributaria, la aprobación a la reforma alcanzó un 46%, mientras el rechazo sólo era de 30%.
Pero duró poco.
Al mes de octubre, de acuerdo con esa misma encuesta, sólo un 32% de los chilenos aprobaba la reforma tributaria y un 45% la rechazaba. Otras encuestas, como Adimark, dan una diferencia menor, pero siempre con una mayoría que rechaza la reforma tributaria.
Claro es que ahora la gente está sufriendo los efectos de la abrupta desaceleración de la economía chilena, que nos llevará a crecer menos de 2% durante 2014, el peor registro de un primer año de gobierno desde la vuelta a la democracia. El Imacec de septiembre alcanzó el 1,4%, con lo que el tercer trimestre acumula sólo un 0,9% de variación, el peor tercer trimestre desde el año 2009. Un Imacec de crisis, cuando el mundo no vive precisamente una crisis sino una situación de relativa bonanza.
Los malos resultados económicos y la percepción de que las grandes reformas del gobierno de Bachelet en lugar de resolver problemas crean nuevos, está empezando a instalarse entre los chilenos. La última encuesta Cadem registra una aprobación a Bachelet de tan sólo 42% y una desaprobación de 44%. La de Adimark de octubre entrega una aprobación de 45% a la Presidenta y una desaprobación de 47%. Por primera vez y recién transcurridos ocho meses desde que asumió el poder, la Mandataria tiene más rechazo que aprobación. Duro para quien fue electa con el 62% de los votos. De acuerdo con la encuesta Adimark, la seguridad ciudadana y el transporte siguen siendo las áreas peor evaluadas, pero la economía y la educación también son críticas para la población. Un 58% desaprueba la conducción económica y sólo un 38% la aprueba. En Educación un 35% aprueba la conducción y un 61% la rechaza.
Un cierto sentido común empieza a instalarse entre los chilenos. Las reformas del gobierno están mal estudiadas, son ideológicas y tienen un precario detalle de su puesta en marcha. La reforma tributaria ha provocado una caída importante de la inversión y empieza a reflejarse en el empleo. La principal preocupación de la gente en materia laboral hoy es conservar el empleo. Incluso la irreflexiva crítica al sector empresarial y los reclamos por los abusos que eran pan de cada día hasta hace poco han cedido; conservar la pega ha pasado a ser la prioridad.
En este ambiente, parece del todo inconveniente que la oposición se allane a buscar un acuerdo en la reforma educacional. Un proyecto que pretende poner fin a la existencia de sociedades comerciales en la educación particular subvencionada, eliminar la selección de colegios por parte de los padres para entregarla a un sistema centralizado y prohibir que los apoderados hagan aportes para mejorar la calidad de la educación de sus hijos no es susceptible de acuerdo alguno para quien cree en la libertad de enseñanza y de educación.
El vértigo de los acuerdos puede jugarle una mala pasada a los políticos de la oposición. No vaya a ser que en una próxima gira al exterior la Presidenta Bachelet diga que con el acuerdo de todos los sectores políticos en Chile se ha puesto fin al lucro en la educación, se ha terminado con la selección y se ha eliminado el financiamiento compartido en los colegios particulares subvencionados.